martes, 15 de enero de 2008

Otra vez más...

Vivimos en una época de nihilismo moral y un culto ciego a la tecnología, mezclados con el rechazo a la dimensión espiritual de la vida. Televisión, películas, informática, juegos de ordenador, internet, la llamada inteligencia artificial, modernas telecomunicaciones, etc..... he aquí los ‘dioses’ de nuestro tiempo.

Nuestros líderes están en la más absoluta ruina moral, simulando piedad y lástima, cuando son unos hipócritas sin escrúpulos ni vergüenza, y carecen del más mínimo sentido de la espiritualidad. Vivimos en una época en la que los profesores universitarios y los científicos, incluso algunos premios Nobel denigran la espiritualidad, se ríen de la religión y se arrodillan ante el altar de la ciencia y el materialismo ultra-moderno.

Pasamos por una etapa en la que no existe ni respeto, ni mucho menos disciplina, empezando por lo más básico que es la familia y el colegio. Estos se han convertido en un lugar de transición social obligada, perdiendo en gran parte, si no del todo, su labor docente, educativa en los valores éticos.

Las familias, o al menos la idea de familia se está desmoronando, dejando paso a una idea abstracta de la misma, en la que todo vale, con tal de encajar en una pretendida modernidad y un cambio evolutivo de la sociedad. Se nos vende la idea de que las familias monoparentales son algo normal, cuando ello contradice la más elemental ley de la naturaleza. ¿Dónde queda aquí el equilibrio educativo?

Vivimos tiempos de abandono de los templos, iglesias y sinagogas, donde muchos de los representantes de las religiones y creencias, se erigen a si mismos como salvadores del mundo, difundiendo sus ideas personales para crear odio, fanatismo y rencor.

Vivimos un tiempo donde el máximo referente de la televisión son los ‘reality-shows’, en los que unos personajes exponen, a cambio de dinero, sus más bajos instintos y entrañas, para ser devorados por un público vulgar, ávido de ver y disfrutar con los ‘males y desgracias ajenas’.

Presenciamos como se utiliza el derecho a la vida, con fines publicitarios y políticos, donde una mujer en estado vegetativo, se convierte en moneda de cambio y presión social, para ser utilizada según conveniencia política de unos o de otros.

“Cuando el sabio señala con el dedo a la luna,

lo único que ve el necio es el dedo”...

Una creencia religiosa, según mi criterio, no es una confirmación de la realidad, de nuestra realidad, o de la realidad colectiva de un grupo, sino que es un concepto que trasciende la comprensión del pensamiento humano. Es como un dedo apuntando la Luna. Lo que ocurre, es que muchas personas religiosas no ven más allá del estudio del dedo. Otras se dedican a chuparlo, venerarlo y mistificarlo...

Muchos lo usan para señalar con él a otros que miran en otra dirección, y para hacerles daño.

Otros lo usan para sacarse los ojos, como los fanáticos, a quienes la religión ha dejado ciegos.

Muy pocas personas con creencias religiosas, son lo bastante objetivas como para observar lo que el dedo está señalando. Y estas personas, que han superado la creencia, se las tacha de blasfemas, se las señala con el dedo....

Porque, vuestras creencias pueden ajustarse a vuestra mentalidad, pero ¿encajan realmente con los hechos cotidianos?

Porque, muchos se pasan la vida filosofando sobre sus creencias, religiosas o no, pero, de todo lo que dice, ¿cuánto encaja con sus propios actos?

De alguna manera, la religión, que no las creencias, son como los refugios de nuestra ignorancia. Son como profundos lagos en los que se sumergen las cosas que nuestra mente racional no puede entender. Y una vez sumergidas, desaparecen de nuestra vista; Nos creemos que el problema está resuelto y que lo hemos asimilado. Es un área, que no debemos comprender, pues es ‘dogma de fe’, y eso es inexplicable. Y esto es un gran error, pues siempre estaremos cegados por el reflejo en la superficie de ese lago, sin dejarnos ver lo que hay debajo.

Las celebraciones de año nuevo casi siempre llevan a la par unos deseos de profundos cambios en nuestra forma de vida. Nos hacemos firmes propósitos de cambios, que supuestamente van a producir una mejora en nuestra vida. Con mucho entusiasmo afrontamos esas fiestas, participando de ritos y creencias populares diversas.

Yo lo veo como el estreno de una nueva película. Antes se produce un gran interés por verla, y el marketing se encarga de ello. La gente habla de ella, se escriben muchos artículos en prensa y finalmente se produce el estreno (31 Diciembre). La película es fantástica y nos ha gustado mucho. Pero seguro que al cabo de varias semanas ya no tiene el menor interés.

Lo mismo sucede con los buenos propósitos de cada año; conforme pasan las semanas, vamos perdiendo el interés hasta que volvemos a nuestra rutina anterior. y todo sigue igual, una año más, y otro, y otro...

1 comentario:

anonimo dijo...

coincido en algunos puntos con usted, y en otros no tanto, pero lo que yo pienso es que deberiamos arriesgarnos y esforzarnos por poder creen en nosotros mismos. Podemos compartir y no compartir distintas cosas de distintas personas, religiones, instituciones, politicos etc. Lo bonito está en construir tu camino y descubrirte realmente a ti mismo y tu potencial. Descubrir por ti mismo que es lo que hay detras de la montaña y disfrutar de ello, y no quedarse en la falda de la montaña y escoger a alguien que (según él) haya estado en la otra parte de la montaña y te lo cuente según él lo vio. Por mucho que te lo cuente, le van a faltar muchos detalles q se le escapan, y otras cosas que también pueden influirle. Pienso que es mejor ir uno mismo al otro lado de la montaña, y observar y sentir uno mismo el paisaje. Aunque esto es bastante mas dificl y bastante más duro, tener que cruzar la montaña... es mas arriesgado. Y ante todo, enhorabuena por todo el trabajo realizado.