sábado, 5 de enero de 2008

Felicidad (1)

Extracto de una entrevista publicada en la revista "Salud" en el año 2001. - (1ª parte)


- ¿Qué es para ti la felicidad?...

R – La felicidad es para mi, un concepto, la consecuencia última de nuestros actos, sean estos correctos o no, y al mismo tiempo, un estado mental que te permite servir de vehículo para tratar de comprender mejor tu vida. La felicidad, es en verdad un Arte, una manera de vivir. Es en realidad, la meta que todos, conscientemente o no, buscamos y ansiamos conseguir, y cuyo fracaso en la búsqueda nos conduce al polo opuesto, la infelicidad. Ésta última es solo la consecuencia de una errónea comprensión de la primera.

Y quizás, una manera de no encontrarla es precisamente cuando nos planteamos metas, es decir, alcanzarlas. Debemos entender que no existe ninguna meta, sino que son etapas continuas, que siempre tienen tramos por recorrer. Una realidad es que la ‘meta’ (por definirlo de alguna manera) está en la propia búsqueda, y no en encontrar nada. hay una frase que dice: "Al final del camino, siempre hay otro camino".

Un símil sería como el tratar de alcanzar el horizonte; Este siempre estará al alcance de nuestra vista, pero nunca podremos “llegar” a él, por mucho que caminemos en su dirección. El horizonte simplemente está en nuestros ojos, en nuestra mente. Es una idea abstracta.

La felicidad permanente e inmutable no existe (excepto para aquellos que han alcanzado la iluminación); Es solo una ilusión más de nuestra mente. La felicidad es efímera y momentánea, - ¡zas! - como un chasquido de los dedos, como una pompa de jabón. Esta existe solo en ese preciso instante.... y es en ese instante, cuando podemos disfrutar de ella,.... y cuando se desvanece en el aire, deja de tener importancia, deja de tener razón de ser. Se ha convertido en un recuerdo; algo con lo que mucha gente vive, sin comprender que están muertos, que carecen por lo tanto, de posibilidad de cambiar algo en el presente. Es decir, que no tienen consecuencias en nuestra evolución. Los recuerdos nos atan al pasado, que es un tiempo muerto, y por lo tanto no existe. Son nuestros pensamientos acerca de los recuerdos, los que funcionan, están vivos, porque existen ahora, en nuestro presente. Hay mucha gente que vive con los recuerdos, mientras piensan en el futuro; así se olvidan de vivir en plena conciencia el ahora, el presente.

"Quizás entendería que una forma de felicidad es ser consciente, tomar conciencia de nuestro ser y nuestras circunstancias."

Es como aquella persona que mira una foto y pretende que las cosas en esa imagen se muevan, que tengan vida.

Un niño es feliz con su juguete nuevo, hasta que de pronto, pierde todo el interés por el. Si estuviese jugando con él 24 horas seguidas, se cansaría rápidamente. Con los adultos sucede lo mismo; no podemos estar constantemente de júbilo, felices y radiantes. Acabaríamos agotados en muy poco tiempo. Esto es así, porque en el fondo, todo esto nos llega desde el plano emocional, que está en constante cambio.

No puedes ser cada vez más feliz, puesto que la felicidad no se puede acumular. Sería como pretender acumular tiempo... Debemos aprender a saber disfrutar de esos momentos, sin tratar de etiquetarlos, retenerlos, comprarlos o venderlos. Es lo que muchos denominan como “vivir el momento”, sin comprender realmente la dimensión de este concepto. Comprender esto, es la clave que te lleva a ver por primera vez, lo que siempre has estado mirando. Nada cambia, solo tu forma de verlo todo....

Ni tan siquiera se puede evaluar el grado de felicidad que tiene cada uno. Eso es imposible. (te imaginas alguien que te diga: “tengo 7,2 grados de felicidad”... ridículo, ¿no?)

De ahí que, muchas veces preguntar –“¿Eres feliz?” , es un poco absurdo, pues creo sinceramente que la respuesta no la conocemos muy bien.

Muchos buscan la felicidad de forma equivocada, exclusivamente en lo material, cuando en realidad solo se trata de comprender. No eres más feliz porque tienes más cosas; Solo tienes ..... más cosas. La ilusión de esa falsa felicidad te lleva al deterioro de tu alma, y cada vez, necesitas más y más cosas materiales. Acumulas cosas, no felicidad. Estás cada vez más atado a las cosas. Adherimos nuestros sentimientos, nuestras emociones y nuestros valores a las cosas materiales; las adherimos como etiquetas, .... y cuando esas cosas se deterioran, rompen o desaparecen, desaparece también un poco de nosotros con ellas. Y las queremos reemplazar inmediatamente por otras, para llenar ese vacío, ese hueco. Y eso nos afecta de sobremanera. Es la ley de la causa – efecto del budismo.

Con el apego a lo material sucede lo siguiente; muchas veces ansiamos tener un determinado objeto (pongamos un florero). Nuestros pensamientos giran en torno a la manera de poder obtenerlo. Si nos cuesta conseguirlo, incluso nos genera ansiedad. De pronto, conseguimos el dinero suficiente para poder comprarlo, y nuestra ‘felicidad’ es enorme! Lo adquirimos y lo colocamos en una bonita vitrina... ya está! Al cabo de un corto lapso de tiempo, ya hemos perdido el interés por el objeto. No sentimos nada cuando lo miramos (porque ya es ‘nuestro’, como si formara parte de nosotros) y se ha convertido en algo que ocupa un espacio. Nada más. Lo que realmente nos satisface es el hecho de ‘poder’ tenerlo, no el tenerlo. Por lo tanto, no es el objeto en sí lo que deseamos, sino la sensación que nos produce todo lo relacionado con él, es decir, desearlo, comprarlo, sentirnos dueños de él, etc.

Si ese objeto, por alguna circunstancia se rompe, de pronto nos sentiremos afligidos y nos dolerá su perdida.

Quizás, la felicidad pueda llegar si te desprendes de muchas de estas cosas materiales. Quizás deberíamos aprender a contentarnos con lo que tenemos... Definitivamente, hay que desprenderse del deseo.

Y este mismo parámetro se puede aplicar al plano de los sentimientos y emociones, porque en definitiva, todo es la misma cosa.

Deseamos tener, poseer a una persona. Nos enamoramos perdidamente, a veces sin ni siquiera ser correspondidos. Todo de esa persona nos parece maravilloso al principio, y carecemos absolutamente de la capacidad de ver sus aspectos negativos. Solo queremos ser parte de su existencia y el/ella, de la nuestra. Pero he ahí, que al poco de haber conseguido ese amor, y cuando la pasión ha de dejar paso a otras emociones y sentimientos, empezamos a perder interés. Total, ya hemos conseguido lo que buscábamos en el fondo. ¿No es esto una forma de demostrar que lo que realmente queremos y deseamos no es otra cosa que la sensación que nos produce amar, y no la otra persona en si?...

(continuará)

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